lunes, mayo 11, 2009

La primera vez que me enamoré de él, me dí cuenta mirando un cuadro de Berni.
Estábamos los dos parados frente al lienzo cuando de repente sentí una angustia paralizadora que no me dejaba evitar el llanto. Ese no era el momento. Ninguno de los dos era libre.
Me metí en el baño del C.C. Recoleta y lloré unos diez minutos y me desenamoré.
Un año después, me contó por telefono que se había separado. Corté y volví a llorar diez minutos. Tampoco ese era el momento. Estábamos lejos.
Lejos, me enamoré de otra persona y viví tranquilamente.
Cuando lo recordaba, pensaba en él como el hombre perfecto, pero no para mí. Es difícil de explicar y sonar creible al mismo tiempo. Porque todos pensarían que lo estaba reprimiendo. Es probable, pero me salía bien. Estaba tan bien reprimido que no me hacía daño ni me generaba expectativas.

Cuando, esporadicamente, nos veiamos generabamos tal magia que el público creía la historia del meant to be.
Y tenían razón.
Pero el momento no llegaba ni siquiera hasta la próxima década, cuando yo todavía no era libre y trataba de remar una relación cansada por el desacuerdo continuo, y otra vez apoyaba mi cabeza en su hombro anhelando poder despertar en mí, aquél sentimiento tan bien reprimido por él. Era perfecto, el momento, también lo era. Pero ahora yo estaba tan cansada que no quería querer a nadie.
Una poco original historia de desencuentros amorosos, con flashbacks de nuestra adolescencia justo antes de que el plot cambie de curso. Y los flashbacks los quiero con música pop.
Y como toda historia poco original de desencuentros, el encuentro se va a producir justo antes de que uno de los personajes peligre.
Ahí estaba yo, ignorante de su sentimiento, ignorante del mío cuando entra la tercera en cuestión. Una mujer, no lo suficientemente interesante como para que la audiencia se ponga de su lado. Y yo, por primera vez dejada de lado por él. De mal humor y finalmente, celosa.
Sentía unos celos iracundos que me negaba a aceptar y trataba de adjudicarlos a un cambio hormonal.
Que verguenza, pero voy a darles el gusto y voy a vivir con él, happily ever after.

No hay comentarios.: